sábado, 23 de enero de 2016

sexo y venganzas

Me llamo Jorge. Soy un hombre de 35 años y estoy casado con Virtudes. Nos conocimos hace 15 años, cuando ella contaba con 18 años, y 5 años más tarde nos casamos. Tenemos una vida acomodada ya que yo tengo un buen trabajo, y mi mujer, aunque no trabaja, tiene dos casas, además del chalet en el que vivimos, que heredó de sus padres, y que al estar alquiladas generan prácticamente un sueldo cada mes. Vivimos en un chalet adosado en las afueras de Madrid. No es muy grande, pero para los dos nos sobra. Tiene un pequeño jardín y una valla con amazónicas que impiden la vista desde el exterior. Como decía antes, es una herencia de su padre, por lo que no tenemos hipoteca. Llevábamos dos semanas con mucho ajetreo en el trabajo, ya que teníamos que realizar la entrega de un proyecto muy importante e íbamos justos de tiempo. Todos esos días yo salía siempre tarde, sobre las 21 o 22, cuando lo habitual es salir a las 18. Siempre avisaba a mi mujer cuando me retrasaba para que me esperara para cenar o para que preparara la cena en caso de que llegara a una hora razonable. El caso es que un día el proyecto estaba prácticamente finalizado y cuando salí de casa por la mañana le dije a mi mujer que estábamos a tope y nos faltaba poco para cerrarlo, que llegaría tarde seguro porque queríamos terminarlo ese día. Se lo dije con la intención de llegar a casa pronto y sorprenderla. Llevaría unas flores y unas flores para compensar mi “ausencia” las dos últimas semanas.

Durante el día en el trabajo ultimamos la documentación y dejamos todo listo para la semana siguiente, que es cuando se lo presentaríamos al cliente. Cuando llegaron las 17 y viendo que había poco que hacer me fui para casa.De camino, paré en una floristería para comprar un pequeño ramo, y pasé por el supermercado para comprar una botella de vino.Llegué a casa y aparqué el coche en la puerta del garaje. Mi mujer suele aparcar dentro el suyo, y al ser de una plaza, yo siempre lo dejo fuera. Cogí las flores y el vino, cerré el coche y me dirigí a la puerta de entrada. Pasé y cerré la puerta con cuidado, ya que últimamente roza y además de hacer ruido se estropea por la parte del roce. Mientras caminaba hacia la puerta de la casa a través del jardín, vi que la luz de nuestro cuarto estaba encendida, así supuse que Virtu, es así como la llamo, estaría allí.
Abrí la puerta despacio, con la intención de subir y darle una sorpresa. Cerré la puerta y me quité el abrigo colgándolo en la percha. También me quité los zapatos y me puse las zapatillas de casa. Es el ritual de videos de maduras todos los días. Mientras hacía esto escuchaba alguna voz, así que me asomé al salón pensando que la televisión estaba encendida, pero no era así. Me extrañé un poco porque no era normal que Virtu subiera a las visitas arriba, pero pensé que le estaría enseñando algo de la casa, de ropa o algo así.De repente me quedé pálido. Me dio un escalofrío desde la cabeza a los pies. Me temblaban las piernas y apenas podía subir las escaleras. Sólo pensar en que mi mujer me pudiera estar engañando me provocaban ganas de morirme. Dejé las flores y el vino en el suelo.
Como pude, subí las escaleras y me dirigí a nuestra habitación, cuya luz estaba encendida. Iba despacio, temblando como un flan. Pasé el cuarto de baño y las voces eran más nítidas. Incluso creí reconocer la voz del hombre, se trataba de mi vecino Alberto, que también estaba casado y con quien teníamos una buena relación, tanto con él como con Sonia, su mujer. No éramos íntimos, pero sí nos saludábamos, alguna vez habíamos tomado algo juntos. Cuando llegué a la puerta de la habitación me asomé y lo que vi me dejó paralizado. Efectivamente estaban mi vecino Alberto y mi mujer follando como salvajes. Mi mujer estaba a cuatro patas, mientras que Alberto detrás suya le taladraba el coño a una velocidad de vértigo mientras que con una mano le cogía de la cintura, y con la otra le tiraba del pelo hacia atrás, haciendo que su cabeza se inclinara hacia atrás.

Me volví al pasillo y me apoyé en la pared. Fui resbalando por la pared hasta quedar de cuclillas, no tenía fuerzas para estar de pie. No podía creer que mi mujer me estuviera haciendo esto. Los gritos de mi mujer me devolvieron a la realidad. No sabía que hacer… entrar y ponerme a gritar como un loco … irme de allí… Creo que en ese momento ni siquiera podía hablar, como si estuviera totalmente afónico, así que opté por sacar el teléfono y grabarlo. Asomé el teléfono por la puerta sigilosamente, mientras por la pantalla veía lo que ocurría. Con la velocidad que le estaba embistiendo no creo que duraran mucho, mi mujer no paraba de gemir. Mientras tanto él le soltó del pelo y se chupó un dedo. A continuación puso el dedo en el ano de mi mujer, introduciéndoselo uno o dos centímetros.Él lo sacó, agarró su cintura por los dos lados, y continuo con el vaivén aún más fuerte. El choque de sus caderas con el culo de mi mujer se oía en toda la casa. De repente empezó a resoplar y gemir más intensamente. Se estaba corriendo en el interior de mi mujer. Ella tenía la cabeza hundida en la almohada y también estaba teniendo un orgasmo, ya que le temblaba el culo , cosa que le pasa siempre cuando tiene un orgasmo en esa postura. Alberto se dejo caer sobre mi mujer mientras que a mi se me caían las lágrimas por la mejilla. Ella le dijo que por el culo no se la metía ni su marido, que no le gustaba. Yo no tenía fuerzas para decirles nada, así que guardé el teléfono, bajé las escaleras cogiendo el vino y las flores y salí de casa sin hacer ruido.Me metí al coche y no sabía que hacer, sólo quería llorar. Arranqué y decidí dar una vuelta para intentar tranquilizarme. No sabía cómo había podido ocurrir, eramos una pareja que nos queríamos, nos llevábamos bien, nos compenetrábamos.Después de una hora y media dando vueltas por la ciudad, volví a casa. Había decidido hablar con mi mujer del tema, e irme a dormir a un hotel esa misma noche. Cuando llegué y aparqué en mi puerta, volví a sentir el mismo escalofrío desde la cabeza a los pies. Salí del coche y cuando me disponía a atravesar la puerta de la calle, noté cómo se abría la puerta del chalet de al lado, el de Alberto. Me detuve y esperé. Salió por la puerta Sonia, la mujer de Alberto, iba a tirar la basura. Ella me vio y me saludo. Intenté decirle algo pero no me salía la voz, al final simplemente levanté la mano devolviendo el saludo.Se me cruzaban mil cosas por la cabeza. Cuando volvió de tirar la basura, me acerqué a ella y sin poder contenerme rompí a llorar. Sonia, preocupada, me preguntó que qué ocurría. Tomé aire durante unos segundos.
Ella me miró y sus ojos comenzaron a humedecerse. Me confesó entre lágrimas, que tenía dudas con él porque se comportaba de manera extraña desde hacía unos meses, pero que jamás pensaría que tendría una aventura con alguien que ella conociese. Le enseñé el vídeo que había grabado y explotó en lágrimas. Tras unos minutos, le expliqué mi intención de hablar con Virtu e irme de casa, pero ella me convenció de que eso no podía quedar así. Que en el caso de separación, además de humillado y destrozado, me iba a quedar en la calle. Ella estaba en una situación similar, porque su casa era de Alberto, ya que la tenía antes de que se casaran. Decidimos pensar en algún plan para poder vengarnos, y mientras tanto intentaríamos actuar lo más normal posible. Cuando entré en casa, mi mujer sonriente me saludó con un beso y me dijo que la cena estaba lista. Sentí como una puñalada en el pecho. Me fui a la ducha y lloré bajo el agua hasta que estuve más tranquilo. Al día siguiente, cuando salí para ir al trabajo, Sonia que estaba esperando mirando por la ventana salió de casa y se me acercó.La verdad es que me parecía una locura, pero no tenía nada que perder y era tal la humillación que sentía, que estaba dispuesto a cualquier cosa. Sonia se encargó de organizar todo, y durante la semana me dijo que el viernes había preparado algo especial con Alberto, y ese día le tocaría a él. Me dijo que pensara en alguna excusa para salir de casa el sábado, ya que si el viernes todo iba bien, el sábado sería la cita de Alberto con Virtu.
Le dije a mi mujer, que un compañero de la oficina se casaba y el sábado me iría de despedida de soltero, así que llegaría prácticamente el domingo por la mañana. Ella me dijo que no había problema.Llegó el viernes. Sonia me había dicho que videos porno gratis empezaría el juego y que dejaría la puerta abierta para que yo pudiera entrar sin que Alberto se enterara. Cuando llegó la hora, le dije a mi mujer que me iba a dar una vuelta. No era raro, porque lo hacía habitualmente. Cuando me acerqué a la puerta y me asomé, me quedé con la boca abierta. Alberto estaba boca abajo en la cama, atado de pies y manos a cada una de las esquinas de la cama, es decir, con los brazos y piernas extendidos y abiertos hacia las esquinas. Sonia estaba sentada delante suya, con las piernas abiertas y el coño en la cara de Alberto. Mientras él le comía el coño, ella le pegaba en el culo con una fusta.
Ahora un amigo mío te va a follar por aquí – dijo mientras ponía un dedo en el ojete del culo, y me hacía una señal para que entrase.Como sabía que para mi iba a ser un problema tener una erección para darle su merecido a ese cabrón, me tome una viagra mientras esperaba fuera.Me quité la ropa mientras Sonia cogía un bote de lubricante. Mi polla estaba bastante dura, la pastilla estaba haciendo efecto. Le dí el móvil a Sonia para ella grabara.Sonia me hizo una señal para comenzar. Cogí el bote de lubricante y le eché sobre el ojete. Empecé a meterle un dedo. Era una sensación nueva para mí, ya que nunca lo había hecho. Entraba con facilidad, así que empecé a meter dos dedos. Sonia lo iba grabando todo, yo mientras metía y sacaba los dedos cada vez más rápido. A continuación, me coloqué encima de él y apuntando mi polla contra su culo empecé a empujar. Entraba muy fácilmente, la dilatación había hecho su trabajo y era como penetrar un coño, aunque se notaba bastante más apretado. Cuando le había metido el capullo, di un golpe de caderas y le ensarté la polla hasta el fondo.

Alberto dio un grito de dolor. Yo comencé un mete saca mientras Sonia lo grababa. Acercaba la cámara a mi polla mientras le taladraba y después le enfocaba la cara a Alberto. La verdad es que me estaba gustando, y con la polla tan tiesa por la pastilla no tenía ningún problema de erección. Comencé a bufar como un toro. Notaba como el semen subía desde los huevos hasta la polla. Sentía como salían los chorros de semen directos a al interior de su culo. Me estaba corriendo como un animal. Después de 5 o 6 empujones, saqué mi polla lentamente. Sonia se acercó para grabar como el semen salía de su culo y resbalaba por sus huevos hasta la cama. Terminada la sesión, informamos a Alberto de nuestras intenciones. Si no quería que hiciéramos llegar ese vídeo porno a todos sus conocidos, tendría que preparar una cita con Virtu para el día siguiente, diciendo que sabía que yo no estaría en casa. Debería atarla en la cama, tal como habíamos hecho con él y esperar a qué llegáramos. Además de eso, tendría que ceder la propiedad de la vivienda a Sonia.
Me puse entre sus piernas, le cogí de las caderas levantado el culo un poco más, y apunté mi polla hacia su magnífico culo. Mi mujer tenía un culo espectacular, digno de ser follado hasta reventar. Hice lo mismo que el día anterior, le metí el capullo, y una vez dentro, dí un empujón hasta que mis cojones chocaron contra su coño. Ella dio un grito de dolor.Se la saqué poco a poco, y cuando sólo estaba el capullo dentro, voví a meterla hasta el fondo. Repetí la operación 6 o 7 veces. Tenía el culo muy apretado y la sensación era maravillosa.Sonia estaba teniendo un orgasmo brutal mientras Virtu seguía chupándole el coño. Llevaba más de 20 minutos y no aguantaba más. Sonia cogía a Virtu de la cabeza, haciendo que su lengua entrase aún más adentro. Sonia terminó y se recostó hacia atrás resoplando, mientras que Virtu caía rendida sobre el colchón.Tras un par de minutos de descanso, Sonia le pidió a Virtu que acercara su boca al coño. Pero esta vez no tenía intención de dejarse comer el coño. Cuando la boca de mi mujer estaba a 5 centímetros del coño de Sonia, ésta empezó a mear, echando el chorro directamente en la boca de mi mujer. A ésta le dio un arcada y se movió, con lo que el chorro de orina le caía en la cara. Esta humillación fue demasiado para mi mujer, la cual empezó a llorar.Ambas parejas nos divorciamos y apenas supimos nada de los ex. Sonia y yo alguna vez hemos quedado y hemos echado polvos grandiosos viendo los vídeos porno.